La infección por el virus del papiloma humano (VPH) es la infección de transmisión sexual más frecuente en todo el mundo y es la causa necesaria, aunque no suficiente, para que se desarrolle el cáncer de cuello uterino. Es decir, hace falta tener la infección pero no todas las pacientes infectadas desarrollarán un cáncer de cuello uterino.
Además, se ha relacionado con otros cánceres a nivel de genitales (pene, vulva, vagina) y ano y en diferentes partes de la cabeza y el cuello además de con las verrugas anogenitales o condilomas.
Existen muchos subtipos de VPH pero a nosotros como ginecólogos nos atañen los VPH que se transmiten por vía sexual (penetración vaginal, anal, oral o contacto piel con piel por ejemplo pene-vagina) y entre estos los hay de alto riesgo y de bajo riesgo según su potencial para llegar a producir un cáncer.
Se estima que el 80% de las personas sexualmente activas están en contacto con el VPH a lo largo de su vida pero el 90% de estas infecciones no producen lesiones y se curarán solas en unos dos años como mucho. Sin embargo si la infección persiste puede acabar desarrollando un cáncer en la localización en la que se encuentre.
Se desconoce por qué algunas veces la infección progresa y otras veces no pero ya se han identificado otros cofactores (víricos, del huésped y ambientales como por ejemplo el tabaco) que contribuyen a la progresión de la infección por VPH y al desarrollo del cáncer.
El desarrollo del cáncer de cuello uterino es un proceso largo: desde la infección por VPH hasta la aparición de las primeras evidencias de lesiones precancerosas transcurren, de promedio, unos 5 años, y hasta la aparición de lesiones cancerosas, un promedio de 10 años (rango 5-15 años).
La vacunación frente a VPH es la principal medida de prevención primaria del cáncer de cuello uterino y su objetivo es evitar la adquisición de la infección por VPH. Las vacunas frente a VPH disponibles protegen frente a los tipos que causan cáncer con más frecuencia. En España tenemos Cervarix, que protege frente a VPH 16 y 18 y Gardasil 9 que protege frente a los siete VPH que más frecuentemente producen cáncer de cérvix uterino (incluidos 16 y 18) y además frente a VPH 6 y 11 que son los más relacionados con verrugas anogenitales o condilomas.
Las vacunas no contienen ADN viral por lo que no pueden producir infección ni por lo tanto cáncer y son tremendamente seguras. La eficacia de las vacunas disminuye cuando se administran a población que puede estar infectada por VPH, de ahí la importancia de vacunar antes del inicio de relaciones sexuales y así obtener el mayor potencial preventivo. Pero esto no quiere decir que si tienes o has tenido VPH no debas vacunarte, sino todo lo contrario, ya que no te ayudarán a curarte pero sí a no reinfectarte.
Afortunadamente en nuestro país se ofrece la vacunación a todas las mujeres al inicio de la adolescencia para maximizar su eficacia y en muchas comunidades como la nuestra se ha comenzado también a vacunar a los varones, cortando así la cadena de transmisión e intentando crear inmunidad de grupo.
Os animamos a vacunaros y vacunar a vuestros hijos pero si os quedan dudas acerca del tema en la Consulta de Obstetricia y Ginecología de la Dra. Mª del Valle Aguilar y Dr. Carlos Jiménez Rámila estaremos encantados de resolverlas.